Reflexiones en torno a las relaciones entre Arte y Ciencia

Reflexiones en torno a las relaciones entre Arte y Ciencia
El progreso de la ciencia no sólo se realiza con el
conocimiento y la comprensión de nuevos hechos
por parte del hombre, sino que también se efectúa
porque aprendemos de nuevo y sin cesar
 el genuino significado de la palabra entender.
Niels Bohr

La forma en la que entendemos y definimos las ciencias duras cambió en el S.XX, entre otras cosas, gracias a la manera en la que se explica el desarrollo de las ideas científicas. En 1960, Thomas Kuhn introduce la idea de que las ciencias, al igual que todo el pensamiento humano, atraviesa periódicamente por un “cambio de paradigma”[1], y que más que “progresar” en una línea recta, evalúa y compara teorías y modelos que se desarrollan, a veces en paralelo, y otras tantas las recupera del archivo. La idea fundamental de estas formas de análisis de los discursos y las historia de la ciencia es que, aunque son criticadas y rebatidas, enfatizan siempre que son producto de la inteligencia, la tenacidad y la curiosidad humana y que por lo tanto el concepto de objetividad es imposible, pues su existencia depende siempre de un ser subjetivo.

Ideas como éstas permiten que las ciencias duras puedan ser pensadas como un acto creativo que se desarrolla a partir de preguntas, que si bien tienen una historia propias, son producto de la cultura y de la sociedad. En ese sentido es posible colocarlas, leerlas, contraponerlas, yuxtaponerlas o empatarlas a otros discursos.

En el caso específico de las artes visuales y su posible relación con las ciencias duras se abre siempre un abismo conceptual en el que se tiende a poner al arte en el lado extremo de la sensibilidad y la subjetividad absoluta, mientras que se sitúa a las ciencias del lado opuesto; el de la objetividad y el método que describe lo real. o la ciencia como lo que está más cerca de la “verdad”. Sin embargo este abismo se ha ido estrechando, a mediados de los 70, apareció un ensayo de Paul Feyerabend [2] que trata de establecer algunos paralelismos entre ciencia y arte. En él, el autor afirma que la separación entre las dos ramas es artificial y que el arte es inteligente de la misma manera en que la ciencia puede ser bella. Pero lo más importante, quizá, es que enfatiza que tanto la ciencia como el arte son producto de las ideas de su tiempo y son verdaderas en tanto que responden a necesidades e inquietudes de su época.

La ciencia, igual que el arte, son tanto una imagen como una forma de observar el mundo. Son un  fenómeno de la cultura. Las ciencias físicas, las de la naturaleza, describen  patrones o reglas, leyes que podemos describir pues suceden consistentemente. El mundo físico no es arbitrario, ni sus fenómenos son señales o milagros. Por el contrario pueden conocerse y ser explicados y nombrados, de la misma manera que las leyes que lo rigen. Estas leyes, sin embargo, han de ser pensadas, imaginadas, deducidas, entendidas y escritas por la mente humana.

La imaginación es una construcción rigurosa y no una amalgama de pensamientos contradictorios o sin sentido. La imaginación está ligada a la imagen y la imagen al conocimiento.

Una gran parte del arte contemporáneo es experimental. No sigue un programa de procedimientos, ni tampoco teórico. Se relaciona de maneras muy distintas con la forma y con la materia. Sus razones son formales, simbólicas, poéticas, políticas, materiales, inmateriales, críticas, estéticas, documentales, dialécticas y lingüísticas.

Como cualquier otra expresión artística está  ligado a la experiencia y la experimentación, no sólo en las técnicas que emplea, sino también y sobre todo en su lenguaje. Hace y se sirve de experimentos, de dispositivos, para alcanzar resultados inciertos: inciertos formalmente, inciertos técnicamente, inciertos estéticamente y como experiencia.  El proceso, se convierte en la parte más importante, más que el objeto material o inmaterial final.

Este objeto final, no es tampoco final, sino un punto suspensivo en un pensamiento progresivo, en una acción, en un gesto que pone a prueba relaciones e ideas que no arrojan certezas, sino que generan nuevas preguntas. La experimentación es la experiencia de buscar, buscar y presentar, desarrollar, encontrar imágenes, ideas y formas complejas de expresar ideas,  conceptos y emociones.

Pensar, presentar y experimentar con conceptos espaciales, temporales y materiales, como por ejemplo: desaparición,  desmaterialización, impermanencia, transformación, descontextualización, y re-contextualización, desintegración,  secuencias, patrones, etcétera. Necesariamente acerca al artista a otros lenguajes, a materiales diferentes, a soluciones técnicas encontradas por otras disciplinas. Los conceptos están ligados directa e inseparablemente al espacio y al tiempo. De modo que parece imposible alejarlos de la lectura de lo físico, de su naturaleza más esencial como materia y energía.

Lo fascinante de la relación entre todos nuestros lenguajes es que en el fondo aparecen las mismas preguntas, planteadas tal vez de una forma distinta.  Qué es la materia y cómo es que cambia, de qué estamos hechos, de qué está hecho todo, cómo se creó la materia y a dónde se va cuando desaparece.

No todas nuestras preguntas son iguales ni la misma, ni las respondemos por las mismas vías, lo que hace que la búsqueda se vuelva personal, aunque universal.


 Kuhn, Thomas. La estructura de las revoluciones científicas, Breviarios, FCE, México,1971.

2.  Feyerabend, Paul. Tratado contra el método. Editorial Tecnos, Madrid, 1986.

Publicado aquí: http://www.circuloa.com/reflexiones-en-torno-a-las-relaciones-entre-arte-y-ciencia/

Baader Meinhof

Aquí voy a repostear un cuento que publicó HermanoCerdo, escrito por Don de Lilo sobre una exposición de Gerhard Richter. El post original está aqui

 

 

BADER MEINHOF

Don de Lilo

Sabía que había alguien más en la sala. No se oía ningún ruido en absoluto, pero tenía el presentimiento de que había alguien detrás suyo. Percibía un tenue movimiento en el aire. Había estado sola por un rato, sentada en un banco en el centro de la galería con las pinturas, una serie de 15 lienzos a su alrededor. Se sentía como una visitante en una capilla mortuoria, cumpliendo su turno para cuidar el cuerpo de un pariente o un amigo.

Esto es lo que se suele llamar “la visita” previa al funeral, pensaba. Ahora miraba a Ulrike, la cabeza y la parte superior del cuerpo, el cuello quemado por la cuerda, aunque no sabía a ciencia cierta qué tipo de instrumento se había utilizado como horca.

Escuchó a otra persona caminar hacia el banco, era un hombre con paso pesado que arrastraba los pies. Se levantó y se paró ante la imagen de Ulrike, una de las tres imágenes de la serie. Ulrike aparecía muerta en cada una de ellas, tirada en el suelo de su celda, de perfil. Los lienzos variaban en tamaño. El realismo del retrato de la mujer, la cabeza, el cuello, la marca de la cuerda, el pelo, los rasgos faciales, fueron pintados cuadro a cuadro, con tonalidades entre lo oscuro y la mortaja. Un detalle aparecía más claro aquí que allí. La boca, que se veía más borrosa en una pintura, se advertía casi natural en otra. Todo era asistemático.

“¿Por qué piensas que lo hizo de este modo?”

No se giró para mirarlo.

“Tan oscuro, sin colores.”

Ella dijo “No lo sé” y fue hasta la siguiente serie de imágenes, llamada Hombre con disparo en el suelo. Este era Andreas Baader. Pensó en él por su nombre completo o apellido. Pensó en Meinhof. Vio a Meinhoff sólo por su nombre de pila, Ulrike, y lo mismo hizo con Gudrun.

“Estoy tratando de pensar qué pasó con ellos.”

“Se suicidaron. O el Estado los asesinó.”

“El Estado”, repitió él. Y después lo dijo de nuevo, en voz baja, en un tono de melodramática amenaza, tratando de encontrar la frase que podría ser más adecuada. A ella le hubiera gustado enojarse pero en lugar de eso sentía un vago disgusto. No era así como usaba este término -Estado- en el sentido exclusivo de “monopolio del poder público”. Ese no era su vocabulario.

Las dos pinturas de Baader muerto en su celda eran del mismo tamaño, pero el tema era abordado de manera un poco distinta. Y esto es lo que ella hacía ahora: concentrarse en las diferencias, el brazo, la camisa, el objeto desconocido en el borde del marco, la disparidad o la incertidumbre.

«No sé qué pasó», dijo. «Sólo estoy diciendo lo que cree la gente. Fue hace 25 años. No puedo imaginarme cómo debe haber sido Alemania en aquellos años, con todos esos atentados y secuestros.»

“¿Hicieron un pacto, ¿no te parece?” dijo él.

“Algunas personas creen que fueron asesinados en sus celdas.”

“Hicieron un pacto. Eran terroristas ¿O no? Cuando no están matando a otras personas, se matan entre sí” dijo él.

Miraba a Andreas Baader, primero en una pintura luego en la otra y de vuelta en la pintura anterior.

“No lo sé. Tal vez en cierto modo es algo todavía peor. Algo mucho más triste. Hay tanta tristeza en estas imágenes.”

“Hay una que está sonriendo.”

“Esta era Gudrun», dijo ella, señalando una pintura llamada La confrontación 2.

“No sé si eso es una sonrisa. Podría ser una sonrisa.”

“Es la imagen más iluminada de toda la sala. Tal vez de todo el museo. Está sonriendo” dijo él.

Se volvió para mirar a Gudrun a través de la galería y vio al hombre en el banco, estaba medio girado hacia su dirección, con un traje con corbata sin nudo. Era prematuramente calvo. Sólo lo miró fugazmente. Él la miraba, pero ella estaba viendo más allá de él a la figura de Gudrun con una bata de prisión, de pie contra una pared y, muy probablemente, sonriendo. Sí, en el lienzo del medio. Tres pinturas de Gudrun: tal vez sonriente, sonriente, y, posiblemente no sonriendo.

“Se necesita una formación especial para ver estas imágenes. No puedo diferenciar unas pinturas de otras”.

Basta con mirar. Hay que mirar,” dijo ella.

“Sí que se puede. Basta con mirar. Hay que mirar,” dijo ella.

Notó un leve tono de reprimenda en su propia voz. Se acercó a la pared del fondo para mirar la pintura de una de las celdas de la cárcel, con unas estanterías tan altas que cubrían casi la mitad de la tela y una forma oscura, fantasmal, que podría haber sido una chaqueta en una percha.

“Usted es una estudiante de grado. O enseña arte», dijo él. «Francamente, yo estoy aquí sólo para pasar el rato. Esto es lo que hago entre una entrevista de trabajo y otra.”

No quería decirle que había estado en la galería los últimos tres días seguidos. Se acercó a la pared adyacente, un poco más cerca de su posición en el banco. Entonces, ella se lo contó.

“Eres una inversora. O una socia de la galería.”

“No soy una socia.”

“Entonces enseñas arte.”

“Yo no enseño arte.”

“Quieres que me calle. Cállate, Bob. Sólo que mi nombre no es Bob».

En la serie también había una pintura con unos ataúdes que eran trasladados a través de una gran multitud pero que al principio ella no sabía qué eran exactamente. Y le llevó un buen rato ver a la multitud. Allí estaba, una mancha cenicienta en su mayor parte, con unas pocas figuras en el primer plano de centro-derecha, discernibles como individuos en pie, de espaldas al espectador, y luego había una pausa en la parte superior del lienzo, una franja de tierra pálida y después otra masa de gente o árboles. Le llevó un poco de tiempo entender que los tres objetos blanquecinos cerca del centro de la imagen eran los ataúdes llevados en andas a través de la multitud.

Allí estaban los cuerpos de Andreas Baader, Gudrun Ensslin y un hombre cuyo nombre no podía recordar. Le habían disparado en su celda. Baader también había sido fusilado. Gudrun se había ahorcado. Sabía que esto había pasado cerca de un año y medio después de Ulrike, quién había muerto en mayo de 1976.

Dos hombres seguidos por una mujer con un bastón entraron en la galería. Los tres se pararon a leer el material explicativo de la exposición.

El lienzo con los ataúdes tenía otra cosa que no era fácil de encontrar. Ella no lo había detectado hasta ayer, el segundo día y fue impresionante una vez que lo descubrió. Ahora era algo ineludible, un objeto en la parte superior de la pintura, a la izquierda del centro, un árbol tal vez, con la forma rugosa de una cruz.

Al oír a la mujer del bastón moviéndose hacia la pared opuesta, se acerco más al lienzo. Sabía que estas pinturas estaban basadas en fotografías, pero nunca las había visto y no sabía si había un árbol desnudo o muerto más allá del cementerio. Consistía en un tronco delgado con una sola rama restante o, quizás, dos ramas formando una pieza transversal cerca de la parte superior del tronco.

“Dime lo que ves. Sinceramente. Quiero saber.”

“Dime lo que ves. Sinceramente. Quiero saber.”

Entonces entró un grupo dirigido por un guía, ella se volvió por un momento y los miró mientras observaban la primera pintura del ciclo, un retrato de Ulrike, donde parecía una mujer mucho más joven, casi una niña, muy lejana y melancólica, con su mano y su rostro medio flotando en la sombría oscuridad a su alrededor.

“Ahora me doy cuenta de que el primer día lo único que hice fue apenas mirar. Pensé que estaba buscando algo, pero sólo estaba adquiriendo una idea desnuda de lo que hay en estos cuadros. Ahora estoy empezando a ver.”

Se quedaron juntos mirando los ataúdes, los árboles y la multitud. El guía empezó a hablar al grupo.

“Y ¿qué es lo que sientes cuando miras las pinturas?” dijo él.

“No lo sé. Es complicado.”

“Porque yo no siento nada.”

“Creo que me siento desamparada. Estas pinturas me hacen sentir muy desamparada.”

“¿Para eso has estado aquí tres días seguidos? ¿Para sentirte desamparada?”

“Estoy aquí porque me encantan estas pinturas. Cada vez más. Al principio estaba desconcertada, y sigo estándolo un poco. Pero ahora sé que me encantan.”

Era una cruz. Ella la vio como una cruz y eso le hacía intuir que, para bien o para mal, había un símbolo del perdón en la pintura, y que los dos hombres y la mujer, los terroristas, y Ulrike antes que ellos, la terrorista, no estaban más allá del perdón.

Pero ella no le contó que había una cruz en las pinturas al desconocido que tenía a su lado. No quería un debate moral sobre el tema. Sabía que no se estaba imaginando esa cruz entre algunos trazos aleatorios de pintura, pero no quería escucharlo planteándole dudas existenciales.

Fueron a un bar y se sentaron en un taburete, a lo largo de un estrecho mostrador que medía lo mismo que la ventana del frente. Ella miró a la multitud en la Séptima Avenida. Medio mundo corría de un lado a otro y apenas sabía qué era lo que estaba comiendo.

“Me perdí la subida del primer día,” dijo él, “cuando las acciones se elevaron fabulosamente hasta un 400 por ciento en un par de horas. Cuando llegué al mercado de inversión, este resultó débil, y más débil.”

Como los taburetes estaban todos ocupados, la gente comía de pie. Ella sólo quería irse a casa y chequear sus mensajes telefónicos.

“Tengo algunas entrevistas. Me afeito todos los días. Sonrío. Mi vida es un infierno,” dijo él, masticando suavemente mientras hablaba.

Ocupó más espacio en el taburete. Era un hombre alto, algo disoluto y despreocupado. Alguien pasó junto a ella para coger una servilleta del dispensador. No tenía ni idea de lo que hacía quedándose allí, hablando con ese desconocido.

Entonces él le dijo: “No tienen nada de color. Carecen de sentido.”

“Lo que ellos hicieron sí que tenía sentido. Fue un error pero no era algo ciego o vacío. Creo que el pintor estaba investigando en esto. ¿Y por qué terminó todo de esa manera? Pienso que eso es lo que se está preguntando. Todos terminaron muertos.»

“Pero ¿de qué otra forma podría haber terminado? Dime la verdad” dijo él. “Tú eres la que enseña arte a niños discapacitados.”

No sabía si esto era interesante o cruel pero se vio a sí misma en la ventana, luciendo una sonrisa a regañadientes.

“Yo no enseño arte.”

“Aunque esto es un fast-food, estoy tratando de comer lentamente. Tengo la próxima entrevista a las tres y media. Por favor, come despacio y dime que enseñas arte.”

“Que no enseño arte.”

No le contó que ella también estaba sin trabajo. Se había cansado de describir su puesto de administrativa en una editorial de material educativo. Además, ¿para qué hacer el esfuerzo? pensó, ahora que el trabajo y la empresa no existían más.

“El problema es que comer lentamente va en contra de mi naturaleza. Tengo que recordármelo. Pero aunque me lo recuerde constantemente no puedo lograrlo.”

Sin embargo, esa no era la razón. No le contó que ella también estaba sin trabajo, para no plantearle una situación en común sobre la cual charlar. No quería eso, dirigir la conversación hacia la simpatía mutua o la complicidad. Mantenía la distancia.

Bebió su jugo de manzana y miró a la multitud en movimiento. Le parecía reconocer las caras por medio segundo. Y luego, en mucho menos tiempo, caían en el olvido.

“Deberíamos haber ido a un restaurante de verdad. No se puede conversar aquí. Se nota que tú no te sientes muy cómoda.”

“No, estoy bien. Sólo que en este momento tengo un poco de prisa.”

Él parecía tener en cuenta esto, pero luego lo rechazó, sin desanimarse. Ella pensó en ir al baño pero luego lo descartó. Recordó la camisa del hombre muerto, la camisa de Andreas Baader. Sucia o ensangrentada en una imagen más que en la otra.

“Tienes una entrevista a las tres”, dijo ella.

“A las tres y media. Pero falta mucho todavía. Ese es otro mundo, uno donde me arreglo la corbata, entro y les digo quién soy». Se detuvo un momento y la miró. «Se supone que tienes que contar realmente quién eres.”

Ella se vio a sí misma sonriendo pero no dijo nada. Pensó que tal vez la marca de la cuerda en el cuello de Ulrike no era una marca sino la cuerda misma, si se trataba de una cuerda, aunque podía ser un alambre, un cinturón o algo más.

“Esa era tu línea: “¿Quién eres tú?” Te tendí maravillosamente una trampa pero no lo pillaste” dijo él.

Habían terminado de comer pero todavía no habían vaciado sus vasos de papel. Hablaron de los precios de los alquileres en los diferentes barrios de la ciudad. Ella no quería decirle dónde vivía. Era a sólo tres cuadras de allí, en un edificio con la fachada de obra vista, cuyas limitaciones e incomodidades comprendía como la textura de su propia vida, a diferencia de las quejas de todos los días.

Entonces ella se lo dijo. Estaban hablando de sus lugares favoritos para correr y andar en bicicleta, y él le contó dónde vivía y cuál era su ruta habitual para correr. Luego ella le comentó que su bicicleta había sido robada del sótano de su edificio. Y cuando él le preguntó dónde vivía, ella se lo dijo más o menos con indiferencia, mientras él se bebía su refresco de dieta y miraba por la ventana, o tal vez dentro de ella, a sus débiles pensamientos reflejados en el cristal.

Cuando salió del baño, él que estaba de pie en la ventana de la cocina como si esperara concretar una panorámica. No había nada ahí, sólo restos polvorientos de mampostería y vidrio. Era la parte trasera del edificio industrial de la calle contigua.

Era un apartamento tipo estudio, con la cocina sólo parcialmente cerrada y la cama en un rincón. Era más bien pequeña, sin postes ni cabecera, cubierta con una radiante manta bereber, el único objeto en la habitación que le daba un toque de ligera distinción.

Sabía que tenía que ofrecerle un trago. Se sentía torpe, inexperta, estaba desacostumbrada a las visitas inesperadas. Dónde sentarse, qué decir, era asuntos a considerar. No mencionó la ginebra que guardaba en el congelador.

“¿Cuánto tiempo has vivido aquí?”

“Un poco menos de cuatro meses. He sido un poco nómada estos meses”, dijo ella. «Sub-alquilando, viviendo en casa de amigos, siempre a corto plazo. Todo eso desde que el matrimonio fracasó.»

“El matrimonio” dijo él.

Lo dijo en una versión modificada del tono barítono que había usado antes para decir «el Estado».

«Nunca he estado casado. ¿Puedes creerlo? La mayoría de mis amigos de mi edad lo están. Todos ellos, de verdad. Casados, con hijos, divorciados, con hijos. ¿Quieres tener hijos algún día?»

“Algún día. Sí, creo que sí.”

«Cuando pienso en los hijos, me siento egoísta por tener tantas dudas acerca de tener una familia. No me importa si tengo un trabajo o no. Tendré un trabajo pronto, uno bueno. Pero eso no es todo. Básicamente, me da miedo criar a alguien muy pequeñito y suave.»

Bebieron agua mineral y rodajas de de limón, sentados en diagonal a la mesa pequeña de madera, la mesa de café donde ella comía habitualmente. La conversación la sorprendió un poco. No era algo difícil, incluso en las pausas. Las pausas no eran embarazosas y él parecía sincero en sus afirmaciones.

Su teléfono móvil sonó. Lo sacó y habló brevemente, luego se sentó con el objeto en la mano, mirándolo pensativo.

“Debo acordarme de apagarlo. Pero siento que si lo apago me estoy perdiendo algo. Algo increíble, seguro.”

“La llamada que lo cambia todo.”

“Algo increíble. La llamada que cambia por completo tu vida. Por eso le tengo mucho respeto a mi teléfono móvil.”

Ella quería mirar su reloj.

“¿Esa era la entrevista que tenías ahora? ¿La has cancelado?”

Él dijo que no, y ella echó un vistazo al reloj de la pared. Se preguntó si realmente quería que él perdiera su entrevista. No. No era eso lo que quería.

“Tal vez tú seas como yo,” dijo él, «uno tiene que encontrarse a uno mismo a punto de hacer algo que sucede antes de que empiece a estar listo para ello. Y en ese momento es cuando las cosas se ponen serias.”

“¿Estamos hablando acerca de la paternidad?” dijo ella.

«En realidad, cancelé la entrevista mientras estabas allí», dijo él, señalando con la cabeza hacia el baño.

Sintió un pánico inaudito. Él terminó su agua mineral, inclinando la cabeza hacia atrás hasta que un cubito de hielo se deslizó en su boca. Se quedaron sentados por un rato, dejando que el hielo se derritiera en los vasos.

Luego él la miró directamente a los ojos, tocando uno de los extremos de su corbata.

“Dime lo que quieres.”

Ella se quedó donde estaba.

“Porque tengo la sensación de que no estás lista y no quiero hacer algo muy pronto. Pero, ya sabes, estamos aquí…”

Ella ni lo miró.

“No soy del tipo de hombres a los que les gusta controlar la situación. No necesito controlar a nadie. Dime lo que quieres.”

“No quiero nada”, dijo ella.

“Conversación, charla, lo que sea. Cariño”, dijo él. «Este no es el momento más importante del mundo. Es algo que va y viene. Pero lo importante es ahora estamos aquí, así que…”

“Quiero que te vayas, por favor.”

Se encogió de hombros y dijo: “Como quieras.”

Y después se sentó a su lado.

“Me pediste que te dijera lo que quería. Quiero que te vayas”, dijo ella.

Se quedó sentado allí. No se movió. Y dijo “Cancelé la entrevista por una razón. Y no creo que sea por esta conversación en particular. Te estoy observando. Y me estoy diciendo a mí mismo: ¿Sabes qué? Ella es como una persona convaleciente.”

“Estoy dispuesta a reconocer que todo esto fue mi error.”

“Quiero decir, ya estamos aquí. Cómo sucedió, no importa. No hubo ningún error. Seamos amigos», dijo él.

“Creo que tenemos que acabar con esto ahora.”

“¿El qué? ¿Qué es lo que estamos haciendo?”

Estaba tratando de hablar en voz baja, para llevar la situación al límite.

“Es como alguien convaleciente. Incluso en el museo, eso es lo que pensé. Está bien. Está bien. Pero ahora estamos aquí. Este día, no importa lo que diga o haga, esto va y viene.”

“No quiero continuar con esto”, dijo ella.

“Seamos amigos.”

“Esto no está bien.”

“No, seamos amigos.”

Su voz denotaba una intimidad tan falsa que hasta sonaba un poco amenazante. Ella no sabía qué hacía sentada ahí todavía. Se inclinó hacia ella y luego colocó una mano sobre su antebrazo.

«No me gusta controlar a la gente. No soy así», dijo él.

Por un momento, ella pareció desaparecer, escondida e inmóvil, sin respirar, en su escondite.

Ella se apartó, se levantó y él la cogió en brazos. Ella apoyó la cabeza en su propio hombro. No intentó presionarla ni trató de acariciarle los pechos o las caderas, pero la sostuvo en una especie de contención relajada. Por un momento, ella pareció desaparecer, escondida e inmóvil, sin respirar, en su escondite. Entonces se apartó. Él la dejó hacerlo y la miró desapasionadamente, con tal golpe de efecto que apenas lo reconoció. La estaba clasificando, encasillándola de alguna manera terrible y fulminante.

«Seamos amigos», dijo.

Descubrió que estaba sacudiendo su cabeza, intentando creer que esto no podía realmente estar sucediendo, que era una situación reversible, sólo un malentendido. Él la miraba. Ella estaba de pie cerca de la cama, y esta era precisamente la información contenida en su mirada, estas dos cosas: ella y la cama. Se encogió de hombros, como diciendo que esto era lo correcto porque ¿para qué vamos a estar aquí si no hacemos lo que hemos venido a hacer?

Luego se quitó la chaqueta, haciendo un conjunto de movimientos pausados que parecían extenderse por toda la habitación. Dentro de la camisa blanca arrugada parecía más robusto que antes, transpirando, totalmente irreconocible para ella. Sostuvo la chaqueta a su lado, con el brazo extendido.

“Mira lo fácil que es. Ahora te toca a ti. Comienza con los zapatos”, dijo. “Primero uno, luego el otro.”

Ella se fue en dirección al baño. No sabía qué hacer. Caminó a lo largo de la pared, con la cabeza hacia abajo, como una persona marchando a ciegas, y entró en el cuarto de baño. Cerró la puerta, pero tenía miedo de bloquearla. Pensó que eso podría hacerlo enojar, provocar que hiciera algo siniestro o algo peor. Por eso no deslizó el pasador. Estaba decidida a no hacerlo a menos que lo oyera acercarse al cuarto de baño. No creía que se hubiera marchado. Estaba segura, casi segura de que seguía de pie cerca de la mesa de café.

“Vete, por favor”, le dijo.

Su voz no era natural, le salió tan aflautada y minúscula que se asustó aún más. Entonces lo oyó desplazarse. Sonaba casi sosegado. Era como un paseo sereno que le llevó más allá del radiador, donde la colcha se sacudió ligeramente y luego en dirección a la cama.

“Te tienes que ir,” dijo ella ahora, levantando la voz.

Estaba sentado en la cama, desabrochándose el cinturón. Eso fue lo que le pareció escuchar a ella, la punta del cinturón saliendo de la presilla, luego un pequeño chasquido con la lengua y el cierre. Oyó la cremallera bajando.

Se mantuvo de pie contra la puerta del baño. Después de un rato escuchó su respiración, un sonido que denotaba un esfuerzo concentrado, nasal y cadencioso. Se quedó allí, esperando con la cabeza gacha, con el cuerpo contra la puerta. No había nada que pudiera hacer más que escuchar y esperar.

Cuando él terminó, hubo una larga pausa y luego algunos susurros y movimientos. Creyó escuchar que se puso la chaqueta de nuevo. Él se acercó. Ella se dio cuenta de que podía haber cerrado la puerta con llave, cuando estaba aún en la cama. Se quedó allí y esperó. Entonces lo sintió apoyarse en la puerta, su peso muerto, a una pulgada de distancia, sin empujar pero encorvado sobre la puerta. Ella deslizó el pasador, sin hacer ruido.

Él estaba presionando, respirando y hundiéndose en la puerta.

“Perdóname”.

Su voz era apenas audible, cercana a un gemido. Ella se quedó dentro y esperó.

“Lo siento mucho. Por favor. No sé qué decir.”

Esperó a que se fuera. Cuando finalmente lo escuchó cruzar la habitación y cerrar la puerta detrás suyo, esperó un minuto más. Entonces salió del cuarto de baño y cerró con llave la puerta del piso.

Vio todo dos veces. Estaba donde quería estar, y sola, pero nada era igual.

Vio todo dos veces. Estaba donde quería estar, y sola, pero nada era igual. Bastardo. Casi todo en la habitación tenía un doble efecto: lo que era realmente y con lo que ella lo asociaba ahora en su mente. Salió a caminar, y cuando volvió la conexión todavía estaba allí, en la mesa del café, en la cama, en el baño. Bastardo. Cenó en un pequeño restaurante cerca de su casa y se fue temprano a la cama.

Cuando a la mañana siguiente volvió al museo, él estaba solo en la sala, sentado en el banco en el medio de la habitación, de espaldas a la puerta de entrada. Estaba mirando el último cuadro de la serie, por mucho el más grande, y tal vez el más impresionante, la pintura de los ataúdes y la cruz que se llamaba Funeral.

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Cell Gerhard Richter Oil on Canvas 1988 201 cm X 140 cm
Cell
Gerhard Richter
Oil on Canvas
1988
201 cm X 140 cm
Funeral Gerhard Richter Oil on Canvas 1988 200 cm X 320 cm
Funeral
Gerhard Richter
Oil on Canvas
1988
200 cm X 320 cm
Man Shot Down 2 Gerhard Richter Oil on Canvas 1988 100.5 cm X 140.5 cm
Man Shot Down 2
Gerhard Richter
Oil on Canvas
1988
100.5 cm X 140.5 cm
Record Player Gerhard Richter Oil on Canvas 1988 62 cm X 83 cm
Record Player
Gerhard Richter
Oil on Canvas
1988
62 cm X 83 cm

Von Kleist sobre un Monje contemplando el mar de Caspar D Friedrich

1809 Monk by the Sea oil on canvas 110 x 172 cm

Estaba pensando y revisando las distintas formas de hacer crítica. A mi las que más gusta leer, son las que disparan ideas, las que transforman esas ideas en otra obra, las que son personales. Me encontré este textito e hice una traducción rápida, me gusta por el juego, los guiños y la forma.

 

Varias expresiones escuchadas frente a Monje contemplando el mar de Caspar D Friedrich, 1810

Heinrich von Kleist, Clemens Bretano, Achim von Arnim

Es magnífico pararse en infinita soledad frente a la orilla del mar, debajo del cielo encapotado y mirar la inmensidad del agua acumulada. Parte de esta sensación se debe, creo a que uno ha hecho su vida muy lejos de esto y sinembargo vuelve. Uno siente la necesidad de cruzar, aunque eso es imposible,  no hay nada que lo ayude a sobrevivir y sinembargo siente la voz de la vida en el murmullo de las olas, del aire y del único canto de los pájaros. Parte de esta sensación es un reclamo hecho por el corazón, un reclamo de parte de la naturaleza. Pensé que eso era imposible de experimentar frente a una pintura  que había algo que mirar  en ella y solo en ella, pero lo que debía encontrar solamente en la pintura lo encontré entre ella y en mi mismo, en el mar está ausente que yo he mirado con añoranza.

No puede haber nada más triste o más desolado en la tierra que este lugar: una única chispa de vida está rodeada por lo inherte, la soledad está en el centro de todo. La pintura tiene tres misteriosos sujetos, el monje, las dunas y el mar, todos allí como el Apocalipsis, como en los Pensamientos nocturnos de Edward Young. Oomo no hay mas fondo que el mar infinito, cuando la pintura termina, uno siente que alguno de sus párpados ha sido cortado, pues el mar termina sin aviso, abruptamente uno se encuentra con la pared. Y así el pintor ha descubierto un camino nuevo en su campo, que es el arte, y yo estoy convencido que con ese espíritu podría pintar tres centímetros cuadrados de Mark Branderburg con una brocha de barbero y un cuervo podría sentarse allí a acicalarse y esa pintura tendría un efecto que rivalizaría con el Ossian o con Ludwig Gotthard Kosegarten.

¿Porqué si el artista pintó este paisaje con sus propios pigmentos y su aceite siento que podría hacer que los zorros y los lobos lloraran? Este es sin duda el elogio más grande que se podría dar al paisaje. Pero mis propias impresiones sobre esta pintura son muy confusas, así que antes de aventurarme a expresarlas del todo, decidí investigar qué es lo que piensan otras personas que pasan frente a la obra desde la mañana  hasta la noche. He escuchado los comentarios de muchos de los espectadores que me rodeaban y ahora les transmitiré los comentarios que escuché, pues se trata más de un escenario que exige acción y no permite reposo.

Entra una Dama (esposa de un alto funcionario del Departamento de Guerra) con un Caballero (tal vez con gran ingenio):

Dama: Pintura número dos (mira en su catálogo), ¿qué piensas de ella?

Caballero: ¡Infinitamente profunda y sublime!

Dama: ¿Dices el mar? sí debe ser muy profundo y el monje, sí, sublime.

Caballero: No mi señora  Kriegsrat, me refiero a la emoción que siente uno y el único Friedrich frente a esta pintura.

Dama: ¿Es lo suficientemente vieja como para que la haya visto?

Caballero: Ah, no me mal interpretes, me refiero al pintor Friedrich y no a nuestro gran Rey Friedirck. A la vista de esta imagen Ossian empuña su arpa.

(salen)

Entran dos jóvenes señoritas:

Señorita: ¿Haz oído eso Louise? es Ossian

Louise: No, seguramente oíste mal, no es Ossian, es oceáno.

señorita: Pero dijo que estaba empuñando su arpa

Louise: Pues yo no veo un arpa en ningún lado ¡Es realmente horrible!

(salen)

Entran dos conocedores:

El primero: Grisaseo, sí, todo es terriblemente gris, como insiste él en pintar estas cosas terriblemente secas.

El segundo: Dirás, como insiste en pintar cosas tan húmedas tan secamente.

El primero: Supongo que pinta tan bien como puede.

(Salen)

Entran dos señoritas con su institutriz:

Institutriz: Este es el mar cerca de Rügen

Señorita 1: Es donde vive  Kosegarten

Señorita 2: De donde vienen los dulces

Institutriz: ¿Porqué no pintará nada más que cielos sombríos?  que hermoso sería si hubiera pintado varios hombres reunidos bajo la luz  ambar del atardecer a la orilla del mar.

Señorita 1: Oh si, a mi me gustaría pescar un hermoso collar de ambar para mi.

Salen

Entran una señora jóven con dos niños y unos cuantos caballeros:

Caballero 1: ¡Magnífico, estupendo! Este es el único artista que expresa el alma en sus  paisajes. Este muestra una gran individualidad, la gran Verdad, la soledad, la melancolía del cielo encapotado. Sabe muy bien lo que está pintando.

Caballero2: y parece que también pinta lo que sabe y lo que siente, pinta lo que piensa.

Niño1: ¿Qué es eso?

Caballero1: Es el mar mi niño, y un monje que camina por la orilla del mar, sintiéndose un poco triste porque no tiene un niñito bueno como tú.

Niño 2: ¿porqué no se pone a bailar en frente del mar o a mover la cabeza y a jugar con su sombra?, eso sería mucho más divertido.

Niño 1: Creo que es un monje que predice el clima, como el que tenemos afuera en la ventana.

Caballero 2: Ese es un tipo distinto de monje, mi niño, pero este también conoce el tiempo dentro de la plenitud de un círculo solitario.

Caballero 1: Si, él es el corazón y el alma, toda la pintura es el reflejo de de sí y sobre sí.

caballero 2: Que formidable manera de situar la figura en el paisaje, como un dispositivo para mostrar la proporción de lo demás, como en la pintura más común. El mismo es el sujeto, el es la pintura y parece como si se hubiera soñado a sí mismo en este paraje; como en un espejo triste de aislamiento, de un mar cerrado sin barcos, que lo ata como a un voto, a una playa sombría de arena, sin amigos como su vida, parece una planta solitaria que se alza en una duna que profetiza sobre su propio destino.

Caballero 1: ¡Magnífico! sin duda tiene usted razón. (a la dama) Pero cariño, no has dicho ni una sola palabra.

Dama: ¡Oh! Me sentí como en casa frente a esta pintura, realmente me ha tocado, es realmente como la vida, y mientras ustedes hablaban así de lla, empezó a ser todo muy confuso, me sucedió de la misma forma cuando fuimosa caminar al lado del mar junto a  nuestros amigos filósofos. Sólo deseaba que  la brisa soplara fuerte y se llevara el velero que estaba aproximándose, y ahí estaba ese destello de luz que las olas lamían. Y eso fue, fue como un sueño, una pesadilla o una ola de nostalgia, sigamos que empiezo a sentime realmente triste.

salen

Entra una dama con un caballero, que es su guía:

Dama: (se para frente a la pintura y piensa un poco antes de hablar) Que enormidad, que inconmensurable enormidad, es como si el estuviera pensando en los Pensamientos Nocturnos de Edward Young.

Caballero: ¿Te refieres a que el monje que está allí está pensando en eso?

Dama: si pudieras abstenerte de hacer bromas todo el tiempo y estropear la experiencia. Secretamente sientes lo mismo pero prefieres burlarte frente a los demás ,de lo que secretamente reverencias. Lo que dije es que es como si el mar pensara los Pensamientos nocturnos de Young.

Caballero: Si estoy de acuerdo, sobre todo en la segunda edición de  Karlsruhe, el Bonnet de nuit de Mercier también, pero sobre todo la visión del lado obscuro de la naturaleza de Schubert.

Dama: La mejor respuesta que puedo darte, es también una anécdota: Cuando Klopstok el inmortal, escribió en un  poema por primera vez la línea Sonrisas que bajan, la señora Gottsched al leerlo le preguntó ¿arrugó el ceño también?

Caballero: Seguramente sin tanta gracias como cuando tú lo cuentas.

Dama: Estas empezando a molestarme.

Caballero: Y Gottsched le dió a su  mujer un beso en son de paz.

Dama: Y yo podría darte las buenas noches, pero un jarrón de agua helada sería más apropiado.

Caballero: Aunque en realidad yo soy más como una visión del lado oscuro.

Dama: ¡Ah! ya basta de tomarnos el pelo

Caballero: ¡Ah!  si tan solo estuvieramos allí parados con el monje.

Dama: Te dejaría allí y me iría con el.

Caballero: Y le pediriás que nos uniera como uno.

Dama: No, le pediría que te tirará al agua.

Caballero: Entonces te quedarías a solas con un hombre santo, lo seducirías  y estropearías toda la composición y sus pensamientos nocturnos, así es como son ustedes la mujeres, destruyen lo que sienten porque en toda su mentira dicen la verdad. Como desearía ser el monje mirando por siempre solo la oscuridad, temiendo ese mar que se extiende delante como el apocalipsis. Te anhelaría por siempre querida Julia, pero estaría sin tí para siempre, el anhelo es es  el más magnífico  sentimiento del amor.

Dama: No, no querido es la verdad, si sigues hablando de esa manera saltaré al agua y dejaré al monje allí solo consigo mismo.

Salen.

Todo eso sucedía mientras un hombre alto, con algunos signos de impaciencia, escuchaba. Estuve a punto de pisarle un pié y merespondió como si lo ubiera hecho y al mismo tiempo le hubiera preguntado su opinión. «que bueno que las imágenes no puedan escuchar, pues de lo contrario se habrían velado desde hace mucho tiempo. ¡La gente las trata con tan mala educación!  se creen que están allí exhibidas en la picota por un crimen secreto que ellos, (los que las miran), tienen que descubrir a toda costa.

Pero cuál es su opinión de esta pintura, le pregunté.

Estoy contento, -me respondió- porque hay pintores que todavía prestan atención a los extraños encuentros entre el cielo y la tierra que producen los más hermosos fenómenos, incluso en las regiones más pobres. Ciertamente preferiría que tuviera el don y la técnica para pintar lo verdadero, como los exponentes de la escuela holandesa, que han pintado temas similares a este. No sería dificil nombrar varias pinturas en donde puede verse el mar, la línea de la costa y un monje que están mejor pintados que este cuadro, que a la distancia se ve como una mancha borrosa. Si yo hubiera querido pintar a un monje, sin duda lo habría hecho acostado, o dormido, tal vez rezando o mirando en rededor con modestia, para no echarle a perder la vista a los visitantes a loa que el oceáno en su inmensidad, causa una mayor impresión que ese pequeño monje. Cualquier persona que mire más allá tratando de encontrar los caseríos y encuentra la simple figura del monje, encuentran un pretexto para decir efusivamente y con toda confianza lo que hemos estado oyendo.

Estas palabras me gustaron tanto que en ese instante me fui a mi casa en donde reside todavía el caballero y en dónde podrán encontrarme en el futuro también.

La imposibilidad del discurso único en la crítica del arte, un pretexto para ver varios modelos de calzado.

Representación, historia y verdad.

Painting is annoyingly, and dauntingly, entangled in art history.

For me, painting is interesting largely because it can hardly breathe

under the weight of its own history.

         Painting retains this special relation to the history of art, I think,

because the terms of art criticism, the concepts that give sense and direction

to discussions of art of all kinds, come nearly exclusively from the language of painting.

History presses down more than it ever has, and almost nothing is possible.

That is why both painting and writing about painting are more challenging now than ever before.

James Elkins

VanGoghShoes1885

Par de Zapatos, 1885

La disputa entre Meyer Shapiro y Martin Heidegger, sobre la forma en la que ha de hacerse una crítica de arte, tomando como ejemplo Un par de zapatos, 1885, de Vincent Van Gogh, da pié para pensar sobre la forma en la que es posible escribir sobre arte, no solo pintura. Pienso sobre la (im)pertinencia de ambas formas al hablar sobre la  representación. Creo que un texo con un  punto de vista muy descriptivo, o solamente historicista, es inutil. Descarto también la idea de hacer un análisis icnográfico al estilo de Erwin Panofsky.  ¿Entonces, qué tipo de crítica es posible, necesaria, intresante, ahora?   Derrida en su ensayo La Verdad en la pintura (http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/adami.htm) dice que lo que uno ve en una obra, y escribe sobre ella es una cuestión subjetiva, en la que intervienen muchos juicios, sin que por esa razón tengamos que dejar de pensar en el asunto.

Derrida, en ese ensayo también, contrasta la lectura que hace Meyer Shapiro(http://es.scribd.com/doc/139167632/Meyer-Schapiro-The-Still-Life-as-a-Personal-Object-A-Note-on-Heidegger-and-Van-Gogh) sobre  la misma pintura de Van Gogh. Mientras Heidegger  encuentra en el cuadro  un emblema de los valores auténticos del hombre rural, fundido en la naturaleza, Schapiro ve los zapatos de un hombre, un sujeto, los zapatos del propio Van Gogh. La incompatibilidad en los juicios  de ambos sirve de pretexto para que Derrida explique la tercera Critica de Kant, que distingue entre la obra (ergon) y su contexto (parergon). Para Derrida la obra estará siempre “contaminada” por su contexto, en consecuencia será sumamente complicado separar el discurso estético de otros discursos como por ejemplo el ético o el cognoscitivo. Sin embargo esta contaminación no atenta contra la verdad de la representación.

Ante la imposibilidad de hacer muchos más avances respecto a la discusión entre la historia y la filosofía he decidido hacer un ejercicio parecido a lo que hacía Walter Benjamin en el Libro de Los Pasajes, citar e ilustrar, revisando principalmente las ideas estéticas de F. Nietzsche y de M. Heidegger, para intentar mostrar más que la polémica sobre los zapatos, los discursos que permiten que este debate se dé. Entonces me sitúo desde un margen, que no necesariamente toma una postura ante la Historia del Arte o la Filosofía. Espero que  las imágenes que acompañan este texto se conviertan en parte de la disertación sobre la representación del objeto cotidiano ordinario, a lo largo de la historia y la filosofía del arte.

1.

Las ideas contenidas en la filosofía estética de Nietzsche y Heidegger que abordan el tema de la representación han ampliado o influenciado el campo de acción  de la obra de arte y han sido de gran  influencia en la sociedad. El  lugar del arte en la historia ha cambiado de  manera significativa a partir de las teorías estéticas de ambos pensadores, gracias a muchos de sus textos es que ahora miramos el desarrollo de las técnicas y los lenguajes artísticos como parte intrínseca a la historia del conocimiento de la humanidad.

La necesidad de representación ha acompañado al hombre, de la misma forma que la de conocer(se), aprehender, desentrañar algún sentido oculto de la existencia, de la vida. La búsqueda de La Verdad (como una totalidad) y del sentido de la existencia, han marcado la mayor parte de la producción de la cultura. Aparecen como pensamiento y como objeto, desde la ciencia, la religión o la filosofía. Nietzsche advierte en esas representaciones la necesidad del hombre por confiar en una totalidad tranquilizadora que dé explicación y atenué la angustia de la propia realidad (sin dios), «El hombre necesita la verdad, un mundo que no se contradiga, que no falsee nada y que no cambie, un mundo-verdad…»[1]

Nietzsche detecta que en busca de esa estabilidad, la humanidad ha creado grandes mitos, relatos totales que dan explicaciones a la existencia desde una posición antagónica. De esta forma, cada acto es una representación que encaja en el relato falseado de nuestro origen, y al ser representación, la relación que establece con el mundo esta mediada, su relación con la realidad es parcial y su capacidad de revelar la verdad una ilusión.

Sin embargo lo que Nietzsche intenta no es destituir o destruir la capacidad del relato, sino atribuirle a cada acto de creación la autoría humana, la creación del mundo es poiesis, es responsabilidad y la prueba de la capacidad humana de crear, de engendrar, y en ese sentido no hay solo una Verdad que pueda y deba ser representada, desentrañada o develada, pues en ese mismo sentido, el lenguaje -como nos haría notar Lacoue-Labarthe- es también una creación humana que media y nombra de manera arbitraria la relación humana con el mundo.

Nietzsche sostiene en El Origen de la tragedia, que la concepción platónica del mundo, -en la que el arte es falso, y como engaño debe ser vigilado y controlado, mientras que  la ciencia representa a la verdad- ha de ser transformado por uno en el que la vida sea una experiencia estética guiada por la voluntad del pensamiento filosófico, en la que el hombre sea capaz de entrar en relación con la naturaleza y con su propia individualidad en un equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco, para alcanzar por medio de la forma trágica la transformación de su existencia.

El arte será entonces un equilibrio de fuerzas entre lo Apolíneo y lo dionisíaco. Una fuerza creadora que, lejos de la resignación ante la incompletud y la insatisfacción que produce esa conciencia, desea y crea.

El delirio, la histeria, la neurosis y la belleza, la historia y la construcción reflexiva de la forma, son una condición para la existencia. La Verdad se separa de lo aparente. El arte no tiene que ver con la moral. El hombre es equiparado a una obra de arte y el arte a lo divino. La belleza de la forma hará de tamiz intentando equilibrar las pasiones del hombre emancipado, (sin dios).[2]

“El concepto nietzscheano del arte es un concepto trágico. […] En primer lugar el arte es lo contrario de una operación “desinteresada”: no cura, no calma, no sublima, no desinteresa, no “elimina” el deseo, el instinto ni la voluntad. El arte, al contrario, es estimulante de la “voluntad de poder”, “excitante del querer”. […] [3]

Bajo estas premisas el concepto del arte se amplía hacia el de la vida, y si bien se sigue creyendo y defendiendo la autonomía e inutilidad del arte en un sentido practico, a partir de Nietzsche éste tendrá, en el orden de lo trascendental una nueva importancia. Misma que Heidegger descubre y amplia en un sentido epifánico, es decir, cada representación y cada idea engendran un significado oculto que ha de ser develado y que a su vez mostrará el ser del ser.

El arte no es copia ni ilustración, no es una Verdad total, pero tampoco es mera apariencia, el hombre es un creador y todo lo imaginado por él es importante porque dará forma al mundo, toda la ilusión refleja la infinita  capacidad creativa de la especie. La humanidad no necesita ya de una gran verdad tranquilizadora, pues puede responsabilizarse de su propio futuro y existencia.

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Nicolas Poussin, Et in Arcadia ego, (1637-1638).

2.

Heidegger, como decía, lleva las ideas de Nietzsche un paso más lejos, a la materialidad del objeto, la cosidad de la cosa, en la que se revela la naturaleza misma del Hombre, a través de la herramienta, del objeto y de su materia, se revela la tensión constante entre la mera existencia y la sublimación del espíritu. El objeto en su calidad de cosa es capaz de revelar la relación que establece el hombre con el mundo, y en ese sentido, el arte como objeto fuera de cualquier categoría de uso práctico, es por excelencia el revelador de esa relación entre tierra y mundo.

Esta tensión se revela cada vez que se entra en contacto con el objeto artístico, incuso cuando su condición temporal supone una intersección entre la historia y la verdad. El sentido ulterior de la obra de arte dependerá de su preservación y de la actualización que se permita por el observador, sin embargo la verdad, o más bien el desocultamiento de la relación tierra-mundo, no sucederá como condición de su preservación, pues la verdad es histórica. En ese sentido la apropiación del sentido original de la obra, y por tanto su verdad, estará limitado por el tiempo. Sin embargo la capacidad del objeto de mostrar, simplemente cambiará sin perder sus verdades del todo.

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Vincent Van Gogh, Three pairs of shoes, 1886.

En este sentido la crítica como mera descripción o construcción narrativa como la que hace el famoso M. Schapiro, se manifiesta como pura retórica, y no como una construcción que se desprende de premisas estéticas, lógicas o filosóficas, como señala Dzeparoski en su ensayo (http://www.identities.org.mk/files/Dzeparoski_Van_Goghs_Tight_ShoesENG.pdf).  En La verdad en la pintura, Derrida sostiene que sólo se puede escribir acerca del arte y de sus temas: la representación, la belleza, lo sublime, la forma, etcétera, suplementariamente, es decir, desde un marco, un contorno o borde, o sea que sólo podemos aproximarnos a la cuestión, sin llegar nunca a una idea conclusiva.

3.

Para hablar de la cuestión de arte en nuestros días, o específicamente del  arte contemporáneo, y los textos que alrededor de el se suscitan, podemos primero decir que el panorama parece confuso, que el debate entre la crítica histórica y la filosófica se ha confundido tanto que, todo parece caótico y sobre teorizado. La inclusión descontextualizada o poco clara de los textos filosóficos a veces nos aleja de las discusiones que podríamos tener alrededor de una obra de arte.

Creo que es muy importante decir que los artistas se nutren  de la reflexión filosófica y del discurso histórico de su cultura, y del lenguaje en el que se expresa.

El entramado de influencias se convierte en una madeja aparentemente desordenada de líneas de fuga: la crítica a la modernidad y a la metafísica, al nihilismo y al sujeto, al artista y a la misma sociedad que le ha creado,  que a su vez es una crítica a la historia y a la posibilidad de una historia del arte, cuya legitimidad está en entredicho, y pone también en tela de juicio los estatutos del arte, los espacios consagrados a su exhibición, su estudio y la difusión y a sus espectadores.

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Andy Warhol, Diamond Dust Shoes, 1980 (Lilac, Blue, Green)

Sin embargo me parece que será la crítica la que pondrá sobre la mesa temas y debates que darán un nuevo impulso creativo a las formas, temas, expresiones y lenguajes del arte.

“The critical operations that have accompanied postwar American art have

largely worked in the service of this manipulation. In the hands of this criticism categories like sculpture and painting have been kneaded and stretched and twisted in an extraordinary demonstration of elasticity, a display of the way a cultural term can be extended to include just about anything. And though this pulling and stretching of a term such as sculpture is overtly performed in the name of vanguard aesthetics the ideology of the new-its covert message is that of historicism.”[4]

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Peter Fischli y David Weiss,  Equilibres / Quiet Afternoon, 1979.

Podríamos llegar a la conclusión de que cada época artística, detrás de la interpretación que ofrece de las cosas, de lo que llamamos hoy  su imaginario, siempre tiende, en secreto, a algo más allá de las imágenes. Lo que nos afecta del arte es el hecho de que a través de lo que percibimos, nos abre una dimensión de la realidad que se nos escapa, de algo no presente que ha desaparecido o aún no está.

Que veríamos las cosas de manera diferente si nos preguntáramos, en cambio, por qué cada época elige una forma de representación, más allá de las técnicas disponibles. Esta pasarela de estilos de zapatos, significará una cosa distinta bajo esa luz . Quizá todos los estilos artísticos podrían parecer una apuesta metafísica del mundo visible.

“The ordinary in extremis, does not mean that the ordinary is made banal but rather that it is made strange (…) Shoes are extraordinarily ordinary.”[5]

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Doris Salcedo, 1989 – 1992.

El extrañamiento de la mirada sobre lo ordinario muestra la ingeniería, la  imaginería y lo obvio, que cada cosa es objeto y herramienta, y nos sitúa ante un espacio y tiempo determinados, apela a nuestra presencia e imaginación para construir el mundo alrededor.

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Judi Werthein, Brinco, 2005

Incluso, cuando se ha ocluido y oprimido, natural o artificialmente la expresión o el flujo de las representaciones, el lenguaje (cualquiera que este sea) siempre encuentra nuevas grietas, fuera de los cubos blancos, donde manifestarse volviendo a confrontar y tensionar a su       espectador/experimentador.

La cuestión de la verdad, la representación y la crítica puede no ser un tema acabado, sin embargo ahora imaginamos o pensamos que esta discusión puede ser trascendida por la noción de multiplicidad de sentidos, discursos, miradas e interpretaciones que pueden hacerse de un solo objeto artístico.

La resolución del conflicto Heidegger-Schapiro es imposible, porque no existe la “Verdad” para ser develada por cualquiera de las interpretaciones. En todo caso las dos nos dan un punto de partida diferente.

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 Bibliografía

 

 

Babich , Babette E. From Van Gogh’s Museum to the Temple at Bassae: Heidegger’s Truth of Art and Schapiro’s Art History. Culture, Theory & Critique, 2003, 44(2), 151–169.

Barthes, Roland. La Aventura Semiológica – Ed. Paidos 1993

Benvenuto, Sergio. Dirigir una revista sin alma, sobre el Journal European psychoanalysis, para las conferencias sobre edición, Instituto 17, México, 2009.

Deleuze, Gilles, Nietzsche y la filosofía, Barcelona, Anagrama, 1986.

Derrida, Jaques. La verdad en la Pintura, traducción de María Cecilia González y Dardo Scavino, Paidós, Barcelona, 2001.

Elkins, James. Why Nothing Can Be Accomplished in Painting, And Why It is Important to Keep Trying. Articulo

Harris, Anne. Stained Glass Window as Thing: Heidegger, the Shoemaker Panels,

and the Commercial and Spiritual Economies of Chartres Cathedral in the Thirteenth Century. Different Visions: A Journal of New Perspectives on Medieval Art,  Issue 1, September 2008

Heidegger, Martin. El Origen de la obra de arte. Arte y poesía, traducción Samuel Ramos, Breviarios FCE, México, 1995.

Krauss, Rosalind. Sculpture in the Expanded Field. October, Vol. 8. (Spring, 1979), pp. 30-44.

Lacoue-Labarthe, Philippe. The Detour, The subject of Philosophy. University of Minessota Press, USA. pp. 14-56

Melville, Stephen. Attachments of Art History. AN ELECTRONIC JOURNAL FOR VISUAL STUDIES, (In)visible Culture, 1999.

Nietzsche, Friederich. La Voluntad de Poder, Historia de la Filosofía. Volumen 3: Filosofía Contemporánea. Editorial Edinumen.

Nietzsche, Friederich. El origen de la tragedia, traducción Eduardo Ovejero, Austral, Espasa-Calpe, México, 1985.

Ranciere, Jacques. The Politics of Aesthetics (New York: Continuum 2004) p. 39

 

Artículos en internet

Para la documentación de Brinco:

http://www.insite05.org/internal.php?pid=7-214-18&album=784

http://www.insite05.org/internal.php?pid=7-214

http://www.parati.com.ar/nota.php?ID=8140

http://www.we-make-money-not-art.com/archives/2006/02/artist-judi-wer.php

Fichas técnicas:

Nicolas Poussin,

Et in Arcadia ego o Los pastores de Arcadia (1637-1638).

Óleo sobre tela, 87×120 cm.

Museo del Louvre

Van Gogh, Vincent

Dead nature (Pair of Shoes1886),

Oil on canvas

Museum, Amsterdam

Andy Warhol

Diamond Dust Shoes, 1980 (Lilac, Blue, Green)

Peter Fischli y David Weiss,
Equilibres / Quiet Afternoon, 1979.
ED.40 + 2 EC.   30×40 cm.

Doris Salcedo

Sin Título, 1989-1992

Par de zapatos de una persona desaparecida.

instalación

Judi Werthein

Brinco, 2005

Proyecto para InSite05

1000 pares de tenis con equipamiento especial de sobrevivencia para cruzar la frontera México-EUA


[1]              Nietzsche, Friederich. La Voluntad de Poder, Historia de la Filosofía. Volumen 3: Filosofía Contemporánea. Editorial Edinumen.

[2]            ídem.

[3]              Deleuze, Gilles, Nietzsche y la filosofía, Barcelona, Anagrama, pp. 144 – 145, 1986

[4]              Krauss, Rosalind. Sculpture in the Expanded Field.

[5]              Babbich, Babette E. From Van Gogh’s Museum to the Temple at Bassae

La Serpiente emplumada de DH Lawrence y las fotos de Henri Cartier-Bresson

La serpiente emplumada de D.H. Lawrence.

Imágenes de México Henri Cartier-Bresson.

El imaginario de “lo otro”  se crea y recrea a partir de una mirada dominante, que generalmente es la europea. Lo otro se crea a partir de las diferencias. La distancia que establece el narrador entre su mundo y ese tercero mal imitador de lo reconocible, engendran el conflicto principal en el texto, el choque entre lo que es y lo que se espera que sea el mundo es lo que coloca a México en este caso, en un lugar de tercer orden.

Es interesante ver también las fotografías de Cartier-Bresson, porque parecen retratar lo mismo que D.H. Lawrence relata. Una mirada muy diferente a la de Tina Modotti o Paul Strand, por ejemplo.

Como este relato está referido a lo conocido, cuando Kate, el personaje principal, compara esta copia chueca del mundo que conoce: los soldados enanos, las morenas maquilladas como blancas, la gente que duerme en petates sobre el suelo y no, sobre camas blandas y aislantes, los feos que aman lo que les es igual, etcétera. Nace la imagen del tercer mundo, hay una incomodidad a ese sistema replicado que emula algo a lo que no se parece ni de lejos, y que al copiar parece ridículo. La batalla de la protagonista es la de tratar de equilibrar o sobrepasar la aversión que le causa una cultura que parece atascada en el fango, la desesperación de la inmovilidad sacrificial de los indios y la constante presencia y amenaza de la muerte.

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Henri Cartier-Bresson Prostituta de la calle Cuauhtemoc, 1934

 

La primera parte del libro la tensión y la resistencia se crea con la presencia de los dos americanos, con los que Kate tampoco se identifica, pues a su juicio se sitúan desde una posición superior, viendo aquella mala copia como una caricatura que no hay que entender, sino solo ver,  ver la vida como turista, quedar fuera de ella, como espectador, moralino y vouyerista. Kate se relaciona con México desde su repulsión-miedo, desde su imagen de Europa, desde su deber ser, desde lo que no puede entender y juzga como diabólico. Ella odia lo feo, lo que la enfrenta a lo negativo, contra muerte y esa pulsión que presiente en lo que no conoce de los otros. Lucha contra eso con todas sus fuerzas, porque no puede tolerar sentirlo.

Imagen

Henri Cartier-Bresson, Mexique, 1934

Owen, quien no siente menos repulsión ni miedo, establece una relación más indirecta, la del observador que tiene que ver todo, tiene que tolerar o más aún ver lo que sea sin poner un límite, sin hacer distinciones, pero sin dejar de sentir repulsión igualmente.

En esa primera parte los únicos mexicanos con los que Kate puede hablar, comunicarse, entender y sentirse más o menos a salvo, descienden de los europeos, son los que hablan su lengua. Se salvan de la barbarie porque han estudiado, y porque gracias a eso tienen un interés en el país de trascendencia social, porque son ellos lo que creen que hay que llegar a un proyecto civilizatorio. Con ellos se confirma el lugar tan apartado y barbárico que tiene el pueblo de México. Así no sólo son los extranjeros los que hablan de injusticia y se desesperan porque ven la situación, son también las clases preparadas las que ve  la necesidad de avanzar hacia la modernidad.

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Henri Cartier-Bresson, Ministry for Foreign Affairs

El viaje por el tercer mundo revela más de uno mismo que del otro. Los prejuicios y la mirada que construye “lo otro” está montada sobre lo que debería ser, que Kate ha incorporado a su manera de vivir. Ella busca en el espíritu primitivo del hombre la libertad. En ese sentido el tercer mundo puede ser una posibilidad, pero la vive y la toma como una condena en la que hay que sujetarse a vivir con miedo cada uno de los días de la existencia.

Si bien su mirada se transforma no pierde ese toque colonial-imperial  que no solo ve con desprecio, también la ternura y el misterio que le despierta la visión de los indios se vuelve una forma irreal y superior de ver el mundo.

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Henri Cartier-Bresson, Mexique, 1934.

Por pasajes, la novela parece más una obra costumbrista llena de críticas sociales y de esa distancia superior, que identificamos también con la visión imperialista. La descripción de los paisajes exaltados, por el miedo o por la admiración, las tierras llenas de magueyes, los mercados de colores y los sombreros de los indios, crean una imagen de México que se repite en el imaginario popular. 

 La muerte habita como una presencia constante y en eso podemos referirla al ensayo de Octavio Paz, Todos Santos, Día de muertos, publicado en El Laberinto de la soledad.

 La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida. Toda esa abigarrada confusión de actos, omisiones, arrepentimientos y tentativas —obras y sobras— que es cada vida, encuentran en la muerte, ya que no sentido o explicación, ni fin. Frente a ella nuestra vida se dibuja e inmoviliza. Antes de desmoronarse y hundirse en la nada, se esculpe y vuelve forma inmutable: ya no cambiaremos sino para desaparecer. Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida. Por eso cuando alguien muere de muerte violenta, solemos decir: «se lo buscó». Y es cierto, cada quien tiene la muerte que se busca, la muerte que se hace. Muerte de cristiano o muerte de perro son maneras de morir que reflejan maneras de vivir. Si la muerte nos traiciona y morimos de mala manera, todos se lamentan: hay que morir como se vive. La muerte es intransferible, como la vida. Si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra la vida que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala suerte que nos mata. Dime cómo mueres y te diré quién eres.

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Henri Cartier Bresson, Popocatepetl, México, 1934

 A partir de que Kate se queda sola, se marca la segunda parte del libro, ella ha sucumbido ante la barbarie y ha quedado atrapada por el espíritu primitivo, el único capaz de devolverle su género y su alma, pero que la victimiza, sometiendo su voluntad individual, Kate parece buscar asumirse más allá de la cultura. Aquí aparece el nuevo mito de Quetzalcoatl, la serpiente emplumada y la búsqueda de la posibilidad.

 The more you save these people from poverty and ignorance, the quicker they will die: like a dirty egg that you take from under the hen-eagle, to wash it. While you wash the egg, it chills and dies. Poor old Montes, all his ideas are American and European. And the old Dove of Europe will never hatch the egg of dark-skinned America. The United States can’t die, because it isn’t alive. It is a nestful of china eggs, made of pot. So they can be kept clean. — But here, Cipriano, here, let us hatch the chick before we start cleaning up the nest.’

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Henri Cartier-Bresson, Yucatán, México, 1963

En el ensayo de  La Raza Cósmica de José Vasconcelos, que se publicó en 1925. Vasconcelos plantea la necesidad de asimilar y trascender el origen mestizo del mexicano en orden de poder formar una nación. Vasconcelos aborda el tema del mestisaje cultural y racial desde la distancia total que existe entre ambas culturas. Remontar la distancia entre ambas, necesariamente se traduce en siglos de asimilación. 

«La civilización no se improvisa ni se trunca, ni puede hacerse a partir del papel de una constitución política; se deriva siempre de una larga, de una secular preparación y depuración de elementos que se transmiten y se combinan desde los comienzos de la historia. Por eso resulta tan torpe hacer comenzar nuestro patriotismo con el grito de independencia del padre Hidalgo, o con la conspiración de Quito; o con las hazañas de Bolívar, pues si no lo arraigamos en Cuauhtemoc y en Atahualpa no tendrá sostén, y al mismo tiempo es necesario remontarlo a su fuente hispánica y educarlo en las enseñanzas que deberíamos derivar de las derrotas, que son también nuestras, de las derrotas de la Invencible y de Trafalgar. Si nuestro patriotismo no se identifica con las diversas etapas del viejo conflicto de latinos y sajones, jamás lograremos que sobrepase los caracteres de un regionalismo sin aliento universal y lo veremos fatalmente degenerar en estrechez y miopía de campanario y en inercia impotente de molusco que se apega a su roca.”

En las ideas de “La serpiente emplumada” encontramos varias tesis de Vasconcelos, no solo sobre la necesidad de trascender el trauma colonial, sino de la pugna cultural y racial, que vemos también en la pugna entre las razas latina y sajona que se establece a partir de la presencia de  Kate y de la pugna entre los orígenes celtas y la sajonia con los ella se debate.

 …nuestra guerra de Independencia se vio amenguada por el provincialismo y por la ausencia de planes trascendentales. La raza que había soñado con el imperio del mundo, los supuestos descendientes de la gloria romana, cayeron en la pueril satisfacción de crear nacioncitas y soberanías de principado, alentadas por almas que en cada cordillera veían un muro y no una cúspide. Se explican también estas aberraciones porque el elemento indígena no se había fusionado, no se ha fusionado aún en su totalidad, con la sangre española; pero esta discordia es más aparente que real. Háblese al más exaltado indianista de la conveniencia de adaptarnos a la latinidad y no opondrá el menor reparo; dígasele que nuestra cultura es española y en seguida se formularán objeciones. Subsiste la huella de la sangre vertida: huella maldita que no borran los siglos, pero que el peligro común debe anular.

El inglés siguió cruzándose sólo con el blanco, y exterminó al indígena; lo sigue exterminando en la sorda lucha económica, más eficaz que la conquista armada. Esto prueba su limitación y es el indicio de su decadencia. Hacer un mundo inglés; exterminar a los rojos, para que en toda la América se renueve el norte de Europa, hecho de blancos puros, no es más que repetir el proceso victorioso de una raza vencedora. Pero eso no resuelve el problema humano; para un objetivo tan menguado no se quedó en reserva cinco mil años la América.

I think it is beautiful to look at,’ she said. ‘But’ — with a faint shudder — ‘I am glad I am white.’

‘You feel there could be no contact?’ he said, simply.

‘Yes!’ she said. ‘I mean that.’

‘It is as you feel,’ he said.

Quetzalcoatl media entre arriba y abajo, entre las razas, es un hombre nuevo, una nueva raza, una posibilidad de vida, que el barbarismo del tercer mundo parece permitir en contraposición a la esterilidad de la cultura civilizada y  europea.

Pero cada cultura es monstruosa a la otra por oposición, sin importar la fascinación que el monstruo pueda producirnos.

And among the monstrosity of the elements flickered and towered other presences: terrible uncouth things called gringos, white people, and dressed up monsters of rich people, with powers like gods, but uncouth, demonish gods.

…a hungry and ignorant man has no place for a soul.

 

El monstruo de la barbarie se apodera de la voluntad, Kate mata a un hombre y se vuelve casi imposible recuperar la entereza, la violencia de lo primitivo peligrosa por irracional y por incontenible, porque la civilización no está y por ende no hay o auto-contención, ella se convierte en parte de esta gente obscura reptiliana, demoniaca, idólatra, piojosa y atenazada por el miedo, servil.

Imagen

Henri Cartier-Bresson, Mexique, 1934

El mexicano, según se ha visto en las descripciones anteriores, no transciende su soledad. Al contrario, se encierra en ella. Habitamos nuestra soledad como Filoctetes su isla, no esperando, sino temiendo volver al mundo. No soportamos la presencia de nuestros compañeros. Encerrados en nosotros mismos, cuando no desgarrados y enajenados, apuramos una soledad sin referencias a un más allá redentor o a un más acá creador. Oscilamos entre la entrega y la reserva, entre el grito y el silencio, entre la fiesta y el velorio, sin entregarnos jamás. Nuestra impasibilidad recubre la vida con la máscara de la muerte; nuestro grito desgarra esa máscara y sube al cielo hasta distenderse, romperse y caer como derrota y silencio. Por ambos caminos el mexicano se cierra al mundo: a la vida y a la muerte.

Lawrence DH, La sepiente emplumada, http://books.google.com.mx/books/about/La_serpiente_emplumada.html?id=aisVJ4BH1vcC&redir_esc=y

Octavio Paz, Todos Santos, Día de muertos, El Laberinto de la soledad, http://www.ensayistas.org/antologia/XXA/paz/paz2.htm

Vasconcelos José, La raza Cósmica, http://www.filosofia.org/aut/001/razacos.htm

Entrevista a Miguel Rodríguez Sepúlveda

México DF. a 31 de octubre 2012.

Entrevista a Miguel Rodríguez Sepúlveda.

Para poder transmitir más directamente al lector las ideas del artista hice una entrevista más formal a Miguel Rodríguez Sepúlveda. Llevé una lista de preguntas, pero muchas otras aparecieron en nuestra plática que duró cerca de tres horas. Esta es una selección de las preguntas y respuestas sobre su trabajo, escogidas pensando, sobre todo en la relación entre ciencia y arte, pero incluyendo también el tema de la identidad.

Victoria Narro (VN).- ¿qué te motivó a trabajar con postulados que provienen de la ciencia?

Miguel Rodríguez Sepúlveda (MRS).- Bueno tengo una inclinación desde niño, siempre me ha gustado entender cómo funcionan las cosas. No solo las máquinas y los juguetes cuando era niño desarmaba todo cuanto llegaba a mis manos. Me acuerdo de unos libros que me regalaban mis papás, explicaban el electromagnetismo y tenían una sección para experimentos, tú podías hacer un cochecito, o una secuencia de luces, cosas con foquitos… Siempre pensé que iba a ser astronauta o inventor.

En la preparatoria tuve que mudarme a Monterrey para estudiar, venía de Cerro Azul, como estaba seguro de que iba para ciencias pues no lo pensé me fui directamente al área de fisicomatemáticas, tenía mucha facilidad para las materias de ciencias, química, física, geometría analítica, matemáticas, y me iba pésimo en las de ciencias sociales, en filosofía en taller de lectura. En redacción, por ejemplo, mi maestro Felipe Montes, un escritor conocido en Monterrey, de plano me dejó sacar diccionario en el examen. Hasta que entré a la carrera de ingeniería en electrónica y comunicaciones. El plan era terminar tres ingenierías alargando la universidad un año y medio más, y se podía porque además de que me gustaban, tenían un tronco común, entonces el plan era salir graduado de ingeniero en electrónica y comunicaciones, un semestre más y graduarme en ingeniería mecánica electricista y otros dos más y me graduaba de ingeniero físico industrial. Era miembro del club de física, estaba con todos los nerdillos, pero justo en esa época entré en conflicto, porque descubrí la foto, la pintura y el teatro, vi que había muchas cosas que me gustaban y que en ese momento me llamaban mucho más la atención. Yo venia de Cerro Azul, que es una ciudad chica y veía por primera vez cosas  completamente distintas a lo que conocía, a eso súmale las experiencias cotidianas de una ciudad grande.

Decidí cambiarme de carrera, por esas cosas que no había visto nunca en la vida, específicamente el arte. ¿Qué podía combinar la ciencia y las artes? Me cambié a arquitectura, sin problemas porque tenía promedio de 9.8, pero resultó que tampoco era arquitectura lo que más me interesaba, creo que por la edad tampoco entendía muy bien quién era ni qué se supone que tenía que hacer. Estudié en esos años también pintura, y fotografía profesional. La arquitectura me gustaba cuando se trataba de dibujo, de  cálculo, de geometría descriptiva, técnicas de representación, pero lo social me seguía intrigando. Cuando salí  de la facultad intenté trabajar como arquitecto, allí fue cuando me di cuenta que de plano lo que más me interesaba eran las artes y decidí dedicarme a ellas. No puedo evitar que todos estos intereses que siempre he tenido se relacionen con mi práctica, es algo que ha sucedido de una forma muy orgánica, naturalmente, nunca lo  calculé, sino que sucedió de manera inconciente, porque lo necesito para explicarme alguna cosa que veo que sucede en lo cotidiano. Entonces sé que tengo dos plataformas para acercarme a ver, por eso las ciencias exactas aparecen con tanta persistencia en mi trabajo, las necesito para entender, para explicarme otras cosas.

V.N. ¿entonces dirías que la ciencia te interesa para entender el mundo?

MRS. Más que interesarme para entender me interesa para pensar. Los procesos de pensamiento son diferentes, son una base que te obliga  a pensar de otra manera. Es también la forma  con la que yo me puedo relacionar, desde donde yo puedo acercarme a algo, supongo que por mi formación.

VN ¿dirías que comprendes del todo los postulados con los que trabajas?

MRS. Yo no creo que podría decirse que uno entiende todo por completo nunca, obviamente uno entiende la teoría y puede abstraer, claro soy capaz de comprender de que se trata un postulado, o de resolver una ecuación, pero no trata de una cuestión técnica u operativa, cada concepto o precepto es complejo y por eso me interesa compararlo con lo cotidiano, con lo social, y día a día uno se va encontrando con nuevas relaciones, que me ayudan a explicarme fenómenos con los que me he ido encontrando en la vida. Obviamente también es porque me cuesta mucho trabajo explicarme porqué suceden cosas en lo que se refiere a lo social, y como me cuesta trabajo entender cómo funciona, entonces trato de explicármelo desde otra plataforma. Lo social no tiene manual, la filosofía me cuesta mucho trabajo, pero desde las ciencias exactas hay muchas cosas que se pueden observar y que he podido comprender.

VN Entonces tú usas la ciencia para acercarte a lo humano

MRS. Sí pues pienso que es como Frankenstein, tú le preguntas a la gente de qué se trata y siempre dicen que es la historia de un pinche monstruo que persigue y mata. Pero en realidad no se trata de eso, sino del eterno conflicto de los hijos con el padre. Frankenstein persigue al Dr. Frankenstein, en realidad el monstruo no tiene nombre, persigue a su creador, su imagen paterna, cuando el Dr. muere en la tundra de hielo y él, el monstruo entra al barco a llevarse el cuerpo, el capitán le pregunta ¿quién eres? Y el le contesta: ese es el problema, este es mi creador y nunca me puso nombre.

Yo pienso que todos nos proyectamos de la misma forma, todos tenemos historias personales, y el conflicto con el padre es eterno y se refleja en la historia y  eso funciona como una fotocopia, se pasa a la siguiente aunque no igual, eso es lo que yo trato de entender, pero no con el psicoanálisis, sino que las ciencias exactas me explican esto, puedo ver cómo se unen o cómo funcionan los mecanismos.

VN ¿cuáles mecanismos?

MRS.  los sociales, los de masas, los individuales.

VN. La ciencia es una creación humana también.

MRS. (risas) Sí claro, toda la cultura, todo tiene nuestra huella, no solo el arte sino la ciencia y las tecnologías, que son la ciencia aplicada, todo tiene que ver con nosotros, aunque la gravedad es una fuerza que existe, no fue una tortuga la que la describió  o a la que le cayó una manzana.

VN. Me intrigó y sorprendió un poco la referencia a Frankenstein, así que volviendo a la idea de Frankenstein, que no resuelve su conflicto, que además persigue al Dr. Por años y por todo el mundo, en una escapada monumental, pero también en una persecución tenaz. ¿Hay algo de esto en tu trabajo o en tu idea de la condición humana?

MRS. ¿La condición humana?

Bueno si hay algo de eso, del esfuerzo inútil, por ejemplo los doscientos espejos y las doscientas monedas[1], podemos hablar del momento político, de la economía, del país o de la condición de la historia y sí podemos hablar de esas lecturas, pero está presente por completo el esfuerzo inútil, el trabajo absurdo invertido en una acción aparentemente sin sentido, porque yo no contraté a nadie para tallar y tallar esas monedas, ni puse a una máquina a hacerlo.  Estuve metido en el taller  por no sé cuantos pinches meses, años moviendo el brazo. La inutilidad de ese esfuerzo manual sí, sí tiene que ver con una idea de la condición humana en el sentido en el que uno se pregunta ¿para que está aquí en el mundo, para qué sirvo?  Pero también hay otros niveles de lectura, como sucede con la historia del monstruo. Por ejemplo hablando de economía, hay una lectura personal en el sentido en el que el esfuerzo es el de uno, pero se multiplica exponencialmente y se convierte en una macrohistoria, en la condición del país, tanto en el micro como en el macro hay desgaste y la futilidad, absurdos en el consumo y en la transformación. Creo que allí es dónde la obra se vuelve interesante, porque puedes verla de diferentes formas. Al mismo tiempo o darle una sola lectura. Así me interesa que funcione, en varios sentidos.

VN. Camus dice en el ensayo El mito de Sísifo, que es justo el esfuerzo el que le da sentido a la existencia del hombre.

MRS. Pues sí, creo que eso tiene sentido, si uno tuviera todo resuelto o si aprendiéramos por ósmosis, ¿qué sentido tendría hacer algo? Por eso Drácula y Frankenstein tienen sentido para mí, ¿hace cuantos años se escribieron, doscientos, y  después de doscientos años, seguimos teniendo conflicto con nuestros padres, o la necesidad del otro, de amor.

VN. En tu obra el esfuerzo siempre viene de tu cuerpo, o del cuerpo humano, también por eso pensé en Sísifo.

MRS. Si en ese sentido mi trabajo tiene que ver con un ímpetu performático, porque me interesa experimentarlo, todo tiene que ver con que yo entienda, para saber qué pica necesito probarlo, o para saber si duele necesito meter el dedo.

VN. La repetición es otro de los elementos que están en muchas de tus piezas, los videos en loop, los doscientos espejos, las monedas…

MRS. ¿El asunto del múltiple? es una manía compulsiva, (risas) no,  también tiene que ver con números, con taxonomía y un poco también con el método científico, uno no termina en una investigación con un solo experimento, hay que repetir hasta establecer de que forma sucede y bajo qué condiciones

VN. ¡Ah! como el famoso foco de Edison.

MRS. Sí, bueno ahí el buscaba el filamento correcto para hacer un foco y experimentó con materiales hasta que lo obtuvo,  como 300 intentos después, pero también es una cuestión de método, en el que uno tiene que establecer que todas las veces que se hace algo de determinada forma la reacción es la misma.

VN. Me quedé pensando en que Frankenstein y Drácula tienen también un conflicto de identidad, son monstruos solitarios, ¿no?

MRS. Sí el conflicto tiene algo de adolescente, uno se pregunta ¿qué soy?, ¡soy un monstruo! Pero bueno también tiene que ver con esto que te decía antes, cuando me mudé de Cerro Azul, que es un lugar chico a una Monterrey, una ciudad más grande tuve un gran conflicto de identidad, creo que también era la edad, pero en mi obra si hay algo reiterativo que se refiere a la identidad, aunque ya han pasado años de eso yo no creo haberlo resuelto del todo, por eso aparece en mi obra.

VN. La identidad es una cosa que cambia

MRS. Si claro, porque uno cambia también, y tiene que volver a definirse.

VN. vuelvo a  Sísifo,  Camus dice que la piedra que carga Sísifo es lo que uno carga de sí mismo, es el conflicto y también lo placentero, esta es la cosa de uno, su propia oscuridad, en ese sentido es lo que desconocemos y lo que nos define de cierta forma, y que cuando la piedra rueda hacia abajo, cuando Sísifo se libera de ella por un momento, entonces él puede verla, y así verse y todo el esfuerzo tiene sentido solo por ese instante en el que uno puede conocerse.

MRS. Sí ese mito me gusta mucho, a propósito de eso estoy trabajando con un amigo en

una pieza sobre el tiempo, más bien en un momento fijo en el algo sucede sin que necesariamente transcurra un tiempo realmente. Es una idea en progreso que todavía no está resuelta pero tiene que ver con el esfuerzo, pero este esfuerzo se hace para que no suceda algo a través del tiempo, sin embargo para que no pase, la condición es que suceda en un punto fijo.

VN. Suena como una paradoja de tiempo.

Todavía no sé como va a ser o a funcionar, estoy a penas pensándolo y no le he resuelto, no he visto bien  a dónde voy a llevarlo. Pero está completamente relacionado con esto.

VN. Hay un tiempo detenido en la memoria involuntaria, ahí pasa en un instante toda una vida y en realidad el tiempo no transcurre ¿es algo así?

MRS. Todavía no lo defino bien, ya te contaré como se resuelve esa pieza.

VN. Volviendo entonces a la ciencia, me contabas de una novela de Asimov en la que hay unas variables que son científicas y que ayudan a determinar el futuro. A mi me suena medio chamánico, pero no lo he leído.

MRS. Pues sí para nosotros puede parecer así, pero en esta novela aparece como la forma máxima de civilización. Se conoce tan bien  la historia y sus variables que es posible predecir el comportamiento humano y saber si va a haber una guerra, o algo por el estilo. Y  por ejemplo en Drácula, cuando llaman a Van Helsing, que es un científico, a que explique qué es Drácula y dice que se trata de un vampiro, todos se enojan, pero dice algo que me gusta mucho, que por el hecho de que algo no esté definido por la ciencia, no quiere decir que no exista.

VN. Entonces ¿tú crees que hay leyes que lo rigen todo?

MRS. Creo que lo que quiero decir es que mi trabajo mantiene en el aire la idea de que las ciencias exactas explican mucho más cosas de lo que uno está acostumbrado a incluir en su estudio y en el campo de lo que definen.

VN.- ¿es en ese sentido que las aplicas en tu trabajo?

MRS. En la médula de mi trabajo está el propósito de entender todas las cosas con las que me relaciono en la vida cotidiana. Lo que sucede en mi contexto, y lo que me pregunto sobre lo que observo sobre las personas y las relaciones entre ellas. Solo que para mi es más fácil entenderlo de esa manera.

VN. Te interesa que se lean en tu obra las ideas que la motivan.

MRS. No, mi proceso mental parte de ahí, pero no quiero ilustrar las leyes de la conservación de la energía o que se convierta en un asunto transparente, quiero que sea leída según los intereses de cada espectador. Pero no quiero que sea obvia, ni que ilustre algo, no quiero que sea explícita, me gusta que no esté resuelta, porque quiero que la gente se enganche y se vaya pensando en lo que vio y que se convierta en una cosa personal.

VN. Dentro de la tradición artística ¿cómo describirías tu obra, o con quién la emparentarías?

MRS. Mi obra tiene que ver mucho con el proceso, todo tiene que ver con lo que sucede, y lo que más me interesa es lo que resulta de llevar a cabo el proceso. El procedimiento me marca el camino para acercarme, experimentar y ver resultados me parece que tiene que ver más con el arte conceptual, y al mismo tiempo es el método científico.

Me interesa la imagen y el resultado final, me gusta llegar a un objeto o a lo fotográfico, me gusta el color, la textura y los materiales, me gusta poder experimentar con eso, la serie de los Narcisos, colores promedio, es un proceso, hay investigación, y el resultado final, todos los proyectos funcionan así,  no me interesa sólo lo que se refiere a la historia del arte. En este pieza en específico, tomo los retratos más importantes del renacimiento y un postulado que dice que el gris compone más del 65% de una composición pictórica.  Hago una investigación sobre el gris y su promedio en el color, luego experimento y elaboro un proceso. Me interesa también lo que queda hasta el final, pieza o documentación.

No es lo mismo mostrar una botella de agua que una fotografía de una botella de agua, hay que escoger también qué es lo que hay que mostrar como objeto final. En todo caso vengo de una promiscuidad genealógica, tomo de donde sea a la hora de resolver el objeto final que es la obra.


[1] La obra del Bicentenario, Papel moneda, 200 espejo de plata libertad, 2007-2010 y Bicentenario (200 monedas conmemorativas desgastadas), 2007-2010.

Mariana Yampolski

Mariana Yampolski

1924- 2002, Illinois, EUA

 

 

Mariana Yampolski nació en Estados Unidos de padres inmigrantes, Estudió Arte en la universidad de Chicago y en 1945 decidió cambiar su país de residencia por México, en dónde estudió grabado y pintura en la Escuela de la Esmeralda. A partir de 1948, después de aceptar un trabajo que incluía tomar ciertas fotografías para un libro decidió que la fotografía era el mejor medio para desarrollar su trabajo, así que se inscribe al taller que impartía en ese tiempo Lola Álvarez Bravo en la Academia de San Carlos y emprende su carrera detrás de la cámara fotográfica.

 

El trabajo de Yampolski desde el principio, es decir, desde su participación en el Taller de la Gráfica Popular, del que fue la primer mujer en formar parte, estuvo fuertemente influenciado por Alfredo Zalce, Pablo O’Higgins y Alberto Beltrán, este último su maestro y guía, no solo en las artes plásticas sino en los pueblos y comunidades de México.

 

Para Yampolski la fotografía era un medio para comunicar, de documentar y hasta de informar de mostrar de una manera más directa a los humanos que con toda dignidad viven lejos de nuestros centros urbanos. Para Mariana Yampolski era como encontrar la base en la que se fundó el país, la que explicaba porque los mexicanos actúan de una manera y no de otra en la vida cotidiana, como es que los espacios arquitectónicos nos definen, como parece que el tiempo se ha detenido y cual ha sido el papel de las mujeres en las sociedades indígenas y campesinas.

 

Las fotografías de Mariana Yampolski han sido también muy criticadas por recurrir siempre el mismo motivo; indígenas, campesinos, magueyes, casas y niños. A lo que ella declaró en varias ocasiones que hay cosas y temas que como documentalista se interesaba en preservar y cosas que como ser humano le gustaba recordar, no la pobreza o el dolor de las personas sino su verdadera existencia.

2003

Xawery Wolski

Xawery Wolski

1960, Varsovia, Polonia

 

Xawery Wolski llegó a México en 1996 con el propósito de investigar los materiales autóctonos, desde entonces, continúa con el estudio cultural e histórico de la tierra en relación con la problemática de la aglomerada vida urbana. El artista estudió en la Academia de Bellas Artes de Varsovia, Polonia; la Academie des Beaux Arts de París, Francia; el New York Studio School of Drawing, Painting and Sculpture; la Ecole des Beaux Arts en Aix-en-Provence, Francia, y en el Institut des Hautes Etudes en Arts Plastiques de París, Francia. Y antes de venir a México estuvo estudiando otros materiales y expresiones estéticas en Perú.

Aunque la obra de Wolski es aparentemente orgánica abstracta, tiene una gran carga emotiva y una preocupación por el espíritu del hombre y la presencia de su cuerpo y su energía son una constante en su trabajo. La vida en las urbes que ha alejado al hombre en su relación con la tierra y que lo ha dejado desprotegido y en muchos casos huérfano, son parte esencial en la obra de Wolski. Así tenemos por ejemplo una de las primera piezas que realizó para la ciudad de México a la entrada de la estación del metro Zapata, donde habita un grupo numeroso de niños de la calle. El proyecto Estelas, integrado por trece esculturas de barro que sirven como soporte al calor y energía del grupo de niños que imprimieron las huellas de sus manos, brazos y cuerpos para dejar testimonio de su presencia. Para establecer un nuevo vínculo con la tierra y reafirmar su existencia.

“Todo mi trabajo tiene que ver con la figura humana, con las metáforas y transcripciones del cuerpo en el material, dado que el cuerpo es frágil y la vida en general es frágil. Creo que es algo que ocurre automáticamente”.

El uso de los materiales orgánicos tiene también un valor simbólico en el que el artista trata de transmitirnos y hacernos reconocer la importancia de la tradición y los orígenes.  » Las influencias más directas provienen del arte del pasado que manifiesta una continuidad en el mundo en que vivimos». Así la escultura de Wolski es también una reflexión a cerca de la historia y del tiempo no solo del hombre sino también de la tierra.

2003